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La Escuela Politécnica de Quito, la Compañía de Jesús

(1869 – 1877) y los jesuitas alemanes

El artículo de los historiadores Ana Sevilla, Elisa Sevilla y Alexis Medina describe la historia de la Escuela Politécnica de Quito y el papel que jugó la Compañía de Jesús en su ejecución. Se pone de relieve cómo el presidente del Ecuador acudió a los jesuitas para elevar el nivel científico-técnico del país, así como los problemas que encontró con los jesuitas españoles y su empatía por el estilo de hacer ciencia de los jesuitas alemanes. También se resaltan las características del grupo de científicos jesuitas que, durante seis años, enseñaron una amplia gama de asignaturas en la Escuela Politécnica y realizaron varias expediciones científicas y publicaciones.  

En la segunda mitad del siglo XIX, el presidente ecuatoriano Gabriel García Moreno (1821-1875) estableció una Escuela Politécnica en Quito privilegiando la educación científica y técnica con miras al adelanto material del Ecuador. Dentro de su visión de una "modernidad católica"[i], encargó dicha escuela a la Compañía de Jesús, buscando así el fomento de las ciencias dentro del marco de la religión católica. García Moreno solicitó en 1869 a la Compañía de Jesús el envío de “tres jesuitas capaces de encargarse de las tres secciones de la facultad de ciencias, a saber, la de matemáticas puras y aplicadas, la de Física y Química y la de Ciencias Naturales”. La Compañía respondió positivamente y en 1870 envió los mejores jesuitas científicos formados en Alemania[ii], En Octubre de 1870, la flamante Escuela Politécnica de Quito abrió sus puertas y se convirtió en el lugar donde se discutieron muchas novedosas ideas científicas por primera vez en Ecuador[iii].

Gabriel García Moreno

 

Aunque el proyecto de la Escuela Politécnica de Quito duró solo seis años, debido a varios factores internos y externos, fue un importante capítulo de la historia educativa y cultural de la Compañía de Jesús en Ecuador, sobre todo de la provincia jesuítica alemana[iv]. Conocer la historia de esta institución en el siglo XIX contribuye al entendimiento de la tradición científica jesuita después del restablecimiento de la Orden en 1814[v].

En 1876, un año después del asesinato del presidente García Moreno, la Compañía de Jesús decidió abandonar el proyecto de la Escuela Politécnica de Quito, y el gobierno del progresista Antonio Borrero la cerró. Los tres profesores más destacados (Juan Bautista Menten, Teodoro Wolf y Luis Sodiro [1]) permanecieron en Ecuador, por varios años más, vinculados a diferentes proyectos estatales.

El resto de profesores regresó a Alemania o fue designado a otras localidades. La respuesta de 1876 del P. Beckx a las interrogantes sobre el cierre de la Politécnica desde la Provincia Romana[vi] resume la historia de la Escuela y las dificultades que enfrentó desde el punto de vista de la Compañía de Jesús:

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Pintura del presidente Gabriel García Moreno

i. Demelas & Saint-Geours, 1988; Maiguashca, 2005.

ii. Beckx, 1875c, citado en Miranda, 1972: 203.

iii. Tobar Donoso, 1940; Villalba, 1941; Miranda, 1972; Cuvi, Sevilla, Sevilla, & Piñas, 2014; Cuvi, Sevilla, & Sevilla, 2015; Sevilla & Sevilla, 2015.

iv. Miranda, 1972: 203.

v. Tema que ha sido trabajado por Agustín Udías (2015). 

1. A lo largo del texto utilizaremos los nombres en castellano de los profesores politécnicos, lo cual fue la costumbre durante su estadía en el Ecuador. 

vi. Beckx, 1876a, citado en Miranda, 1975: 69-70.

“Mientras los Obispos de aquella Provincia llamaban a nuestros Padres para sus seminarios, el difunto Presidente García Moreno, hombre de ardiente zelo [sic] por la Religión, quería servirse de la Compañía principalmente para promover los buenos principios y la enseñanza sólida en la instrucción de la juventud. Con tal fin confió a nuestros Padres todos los colegios dependientes del Gobierno (…). Los Padres habían tomado además el encargo del Observatorio Astronómico. El Presidente para quitar a los jóvenes la tentación de ir a gastar en otros países (…), quiso que los jesuitas fundaran en Quito un Instituto a modo de nuestra Escuela Preparatoria de Rue de Postes en París. No teniendo entonces la Provincia de Castilla, encargada de sostener la misión del Ecuador, hombres disponibles para tal enseñanza, se hubo de acudir a la Provincia de Alemania, la cual envió allá unos sujetos verdaderamente capaces. No puedo decir que entre los Padres Alemanes profesores de la Politécnica y los Padres Españoles haya habido falta de caridad; pero no se puede decir que haya habido una perfecta armonía. El Presidente mostró gran predilección por los profesores alemanes, y escribiéndome en ese sentido me dejaba ver que estaba menos contento de los Superiores de España. Muchas veces hice observar a los Padres cuán incierto era el poder continuar el gran trabajo que se les imponía. Mientras las cosas avanzaban fatigosamente, pero a pesar de ello bastante bien, sobreviene el terrible acontecimiento de la muerte del Presidente. (…) Resumiendo digo: Los Alemanes serán alejados para evitar complicaciones entre españoles y alemanes y para tutelar la vocación de estos (…). Entre tanto en España algunos padres jóvenes se prepararán para la Enseñanza de las ciencias modernas. Cuando el ciclón haya pasado (si tal es la voluntad de Dios) se podrá volver a tomar su enseñanza”.

Construcción de la nación en los Andes

Después de los movimientos de independencia de principios del siglo XIX, los nuevos territorios poscoloniales andinos se enfrentaron al reto de convertirse en Estados-nación. El camino europeo definido como "modernidad" resonó en la mente de muchos políticos latinoamericanos. ¿Qué es la modernidad y cómo alcanzarla? Gabriel García Moreno, una figura que dominó la política ecuatoriana entre 1858 y 1875, tuvo un plan para avanzar hacia lo que él consideraba modernidad. Al ser al mismo tiempo un católico devoto y un hombre de ciencia, su experimento de construcción de la nación como "modernidad católica"[vii] entendió la moral religiosa como el aglutinador de la nación y la base de un progreso económico genuino y duradero. Su gobierno buscó respetar la religión y la humanidad [viii], aunque en realidad logró construir una visión estatal de la religiosidad a través de la educación en manos de las órdenes religiosas y el control autoritario de la impiedad y los vicios, eliminando toda esfera civil[ix].

García Moreno vio a la educación como uno de los lugares para poner en marcha su plan. Intentó dar impulso a lo que consideró un sistema de instrucción pública imperfecto y decadente. “El estado de la instrucción pública me tiene violento”, escribió el presidente en una carta de 1862. Aspirando al bien del "pueblo católico", García Moreno auspició una reforma moral a través de un modelo de educación sólidamente religioso para las generaciones más jóvenes para así convertirlas en ciudadanos morales e industriosos[x]. Entre1861 y 1874 la inversión en educación se multiplicó por ocho, hasta representar el catorce por ciento del presupuesto. En este contexto, el presidente esperó encontrar en la Compañía de Jesús uno de sus más respetados colaboradores[xi].

La Compañía de Jesús en Ecuador con García Moreno

En el plan de García Moreno los jesuitas desempeñaron un papel crucial. No era posible construir una nación sin superar la ignorancia y la corrupción que habían dejado el régimen colonial y los cuarenta años de guerra que le relevaron[xii]. Cuando García Moreno llamó a los jesuitas, no sólo buscó educadores religiosos. La idea de que los jesuitas traerían la semilla de la ciencia moderna al Ecuador también le motivó. La ciencia, un tótem de la modernidad, se convirtió en instrumento de gobierno y administración de los nuevos países independientes y, en el caso de Ecuador, fue promovida por el sistema educativo jesuita y por las modernas órdenes como los Hermanos de las Escuelas Cristianas[xiii].

A mediados del siglo XIX la discusión sobre la modernidad, el Estado y su relación con la ciencia y la Iglesia enmarcó la disputa sobre la permanencia de los jesuitas en el Ecuador. Las complejas antinomias políticas e intelectuales entre liberales y conservadores representaron los dos espectros de la controversia, principios encontrados y mutuamente excluyentes de la política sudamericana poscolonial. Para los críticos liberales y anticlericales, los jesuitas eran los principales protagonistas de una visión del mundo obsoleta, no iluminada y jerárquica. Una oposición binaria entre, por un lado, la oscuridad del jesuitismo y, por el otro, la luz de la Ilustración y la ciencia moderna representó la relación entre esta vieja orden religiosa y una modernidad secularizada[xiv]. Más allá del debate sobre la contribución de una institución católica tradicional de educación superior a la modernidad, la disputa por los jesuitas en América del Sur implicó también cuestiones fundamentales de soberanía y autonomía política.

Las facciones anticlericales hicieron suya la causa de la nación, como una colectividad autónoma, denunciando a sus oponentes como los títeres de una estructura de poder extranjero que amenazaba con desestabilizar la integridad y el carácter distintivo de los Estados-nación. Lucharon sobre el alma misma de la nación, sobre su independencia, su modernidad cultural, política y económica[xv]

En los escritos de uno de los oponentes más feroces de García Moreno, el liberal Juan Montalvo (1832-1889), podemos ver cómo se desarrollaron estas tensiones. En un ensayo escrito desde el exilio en Panamá en 1874 y titulado La dictadura perpetuaMontalvo se dirige a los editores del periódico panameño Star and Herald en respuesta a una serie de artículos que recomendaban al pueblo ecuatoriano la reelección de García Moreno (para su tercer período consecutivo).

Juan Montalvo

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Fuente: Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa Polit, Quito.

vii. Demelas y Saint-Geours, 1988; Maiguaschca, 2005.

viii. García Moreno, 1851: 52.

ix. Williams, 2007; Kingman & Goetschel, 2014.

x. Williams 2007.

xi. García Moreno, 1862ª.

xii. García Moreno, 1851.

xiii. Sinarder 2015: 93.

xiv. Kaiser, 2003: 73.

xv. Clark, 2003: 7.

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Montalvo escribe con ironía que los autores de estos artículos dejaron de lado la característica que mejor ilustra el carácter de su héroe. Montalvo se refiere a los repetidos intentos de García Moreno de vender su país a las monarquías europeas[xvi]. En la voz de uno de los críticos más prominentes del estilo de gobierno de García Moreno, encontramos muchas referencias negativas a la función de los jesuitas en el Ecuador. Los jesuitas son concebidos como los sirvientes incondicionales dentro del plan del maestro: una multitud infinita que vaga por dentro y por fuera del cuerpo sin vida de la nación[xvii]. Montalvo (1874) se pregunta cómo puede una nación ser feliz mientras recibe la pestilente inundación que proviene de los conventos de Italia, España y otros países, y donde la instrucción pública es puramente una cuestión para el convento. Montalvo señaló la paradoja de que los hombres a quienes la civilización repele encuentran un lugar paradisíaco en el Ecuador.

García Moreno y el Padre General Peter Beckx

 

En febrero de 1869 el gobierno ecuatoriano emitió una invitación a la Compañía de Jesús para colaborar en la enseñanza superior de las ciencias a través del envío de profesores. Además, el presidente puntualizó en su carta al padre General Peter Beckx que “se necesitan instrumentos, utensilios, colecciones y libros”. Para esto, García Moreno ordenó a su Cónsul en Paris, el Sr. Beltrán Fourquet, que se encargue de estas “adquisiciones a voluntad de los profesores y en el viaje de ellos hasta la suma de cien mil francos”.

García Moreno no recibió respuesta a esa carta y volvió a insistir seis meses más tarde, en Septiembre de 1869: “si por desgracia la Compañía de Jesús no puede acceder a mis justos deseos, es necesario se me hable claro. En caso de negativa buscamos otra idea para que se digne aceptar el cargo de instruir a la juventud”. El presidente estaba contra el tiempo, ya que el 27 de Agosto de ese mismo año, la Convención Nacional había emitido un decreto para la creación de la Escuela Politécnica de Quito[xviii]. Esta decisión era revolucionaria, el sistema que regía antes solo dedicaba “atención al estudio del derecho, de la medicina y de la teología, dejando a un lado las ciencias prácticas”. Una excepción fue el Colegio Vicente León de Latacunga, en donde en los años 1856-1859 el químico napolitano Carlo Cassola enseñó de manera práctica y aplicada la Química y la Física en un laboratorio traído por el colegio desde París[xix].

 

Como lo deja claro en su carta de Septiembre de 1869, al querer “establecer la enseñanza fundamental de ciencias”, el objetivo del presidente era evitar el peligro que, a su juicio, corrían los jóvenes ecuatorianos al salir de los Colegios de la Compañía[2] y, “no teniendo sino conocimientos incompletos i elementales, tienen que ir a países extranjeros para aprender lo que enseñan i regresan de ordinario sin fe ni moral para servir de medio de corrupción en el país"[xx]. El 31 de Diciembre de 1869, el entonces superior en el Ecuador, el padre Francisco Javier Hernáez, escribe nuevamente al padre Beckx: "Quiere (el presidente) obtener tres Padres para la enseñanza del cálculo matemático y de ciencias naturales. Quisiera además que viniera el P. Secchi a la línea ecuatorial y contar con él por lo menos unos dos meses para establecer el Observatorio Astronómico en el sitio oportuno"[xxi].

En Abril de 1869, Beckx escribe al P. Gómez, Provincial de Castilla, sobre las cartas que han llegado a Roma desde el Ecuador. Beckx cuenta que, a poco de llegadas estas cartas, recibió la visita del Secretario de la Sagrada Congregación de Asuntos Extraordinarios (Sr. Marini), para tratar, a nombre del Santo Padre Pío IX, sobre la necesidad de enviar misioneros a América. Sobre las misiones en América, Beckx[xxii] hace algunas reflexiones en otra carta al P. Gómez.

Considera que se debe utilizar el “tiempo de dispersión para consolidar debida y sólidamente las misiones de América” en las que “la Compañía no está establecida como es debido”. Beckx cree que “lo que allí se realiza hasta el presente, no es digno ni de Su Divina Majestad, ni del honor y nombre de la Compañía, ni de lo que las gentes esperan” de ellos. Beckx evalúa positivamente la oferta del gobierno ecuatoriano: “en la República del Ecuador el Gobierno nos favorece sobre manera; nos invita, nos ofrece seminarios, los colegios, la universidad y gustosamente cubre los gastos de viaje”. Anuncia al P. Gómez que de Alemania podrá “obtener un Padre muy experto en astronomía”, pero que “se necesitan otros más”. Haciendo alusión al agitado escenario político europeo, Beckx considera que, a pesar de que “en aquellas regiones de América apenas se puede contar con estabilidad”, “¿en qué parte del mundo hay actualmente estabilidad?”. Finalmente, Beckx afirma que García Moreno es “el único gobernante que” en esos tiempos difíciles “en serio pide nuestra Compañía y le deja la plena libertad”. Para Beckx ese es un motivo importante para entregarle “una especial consideración”.

El 17 de Agosto de 1870, García Moreno se dirige nuevamente a Beckx con el emocionante anuncio de que “anoche llegaron a esta ciudad los tres padres profesores, de quienes tengo noticias mui satisfactorias, i por cuya venida quedo mui reconocido a V. P. i a toda la Orden”.

El proyecto en marcha

En 1870, un grupo de profesores de la Compañía de Jesús llega a Ecuador: Juan Bautista Menten, Luis Sodiro y Teodoro Wolf. El 3 de octubre de 1870, comienzan las clases. Según la lista tomada del libro de registro, durante 1870-1871, veinte estudiantes se matricularon en Matemáticas y Física y ocho estudiantes en Ciencias Naturales. La Politécnica funcionó durante seis años, entre 1870 y 1876, noventa y siete alumnos se matricularon en los diferentes cursos y varios profesores adicionales llegaron al Ecuador.

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Óleo de Carlo Cassola por Rafael Salas. Tapa del libro de Gustavo Pérez Ramírez sobre el conflicto entre el científico Carlo Cassola y Gabriel García Moreno.

xvi. Montalvo, 1874: 1.

xvii. Montalvo, 1874: 6.

xviii. Pérez 1921.

xix. Pérez Ramírez, 2008.

2. El presidente de Ecuador invitó a los jesuitas al Ecuador en la década de 1860 para atender a los conventos y colegios de las ciudades de Quito, Ibarra, Riobamba, Guayaquil, Cuenca y Loja (García Moreno 1861).

xx. García Moreno, 1869b.

xxi. Hernáez, 1869; citado en Miranda, 1972: 200.

xxii. Beckx, 1870a; citado en Miranda, 1975: 57.

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Padre General

Peter Jan Beckx

Nómina de profesores de la Escuela Politécnica de Quito

Nombre en español: Juan Bautista Menten

Nombre original: Johannes B. Menten

Fecha llegada al Ecuador: 1870

Clases que desempeñó: Astronomía y geodesia

Cada año, la Escuela Politécnica publicó programas detallados de los cursos, en total se publicaron seis programas (Politécnica, 1871, 1872, 1873, 1874, 1875, 1876). El Reglamento de la Escuela, que apareció en el programa de 1872, dispuso que una investigación científica de uno de los profesores debía preceder estos programas. En el tiempo que duró el proyecto, se publicaron cinco monografías.

Lista de las investigaciones científicas que precedieron los Programas de la Escuela Politécnica

Año

1972

1973

1974

1975

1976

Autor

Juan Bautista Menten

Teodoro Wolf

Luis Sodiro

Juan Bautista Menten

Luis Dressel

Título

Discurso sobre la enseñanza

Crónica sobre los fenómenos volcánicos y terremotos en el Ecuador

Apuntes sobre la vegetación ecuatoriana

Breve relación sobre la expedición de los Académicos franceses

Estudio sobre algunas aguas minerales del Ecuador

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Tapa de Crónica sobre los fenómenos volcánicos

El enfoque de estos artículos trató de distinguir la verdadera ciencia de las observaciones transitorias de los viajeros europeos. Por ejemplo, en la Crónica sobre los fenómenos volcánicos, Wolf dijo que su principal intención fue averiguar, con la mayor exactitud posible, las fechas de estos eventos naturales al investigar en las fuentes primarias. El científico jesuita se embarcó en una ardua tarea de archivo que calificó como un trabajo “penoso sí, pero del todo necesario” ya que en los países sudamericanos este trabajo no se había realizado. Criticó los registros que se guardaban en Europa sobre los terremotos y fenómenos volcánicos americanos ya que estaban basados en las obras de varios viajeros que no merecían el nombre de crónicas y abundaban en noticias falsas. Wolf puso énfasis en la importancia de ejecutar estos trabajos en los países mismos donde ocurren los fenómenos y durante estudios prolongados ya que son indispensables las “fuentes indígenas”. En los “viajes ligeros”, concluyó Wolf, “es imposible recoger los materiales suficientes”.

La magnitud de la contribución de los jesuitas de la Escuela Politécnica para el desarrollo de la ciencia en el Ecuador se puede apreciar a través del gran número de publicaciones que hicieron[xxiii]. Ya hemos mencionado las cinco monografías que precedieron a los programas de la Escuela. Otra serie de textos que cabe destacar son las sostenidas publicaciones en el periódico oficial El Nacional de Wolf sobre estudios geológicos y de Menten sobre estudios astronómicos. Un análisis de la recepción de estas ideas en el público quiteño es una tarea pendiente.

Por otro lado, los profesores de la Politécnica hicieron un enorme esfuerzo por traducir o preparar textos de enseñanza para jóvenes que eran muy difíciles de conseguir en el Ecuador. Estos textos se utilizaron tanto en la misma Escuela Politécnica, como en los distintos colegios nacionales. Se publicaron entre 1872 y 1876 un total de once obras que versaban sobre las distintas materias que se enseñaban en la Escuela Politécnica.

xxiii. Villalba, 1941.

Lista de textos de enseñanza para jóvenes publicados por los profesores de la Escuela Politécnica de Quito.

Año

1972

1972

1973

1973

1973

1973

1974

1974

1975

1975

1976

Autor

Teodoro Wolf

José Kolberg

Luis Dressel

Teodoro Wolf

José Epping

Juan Bautista Menten

Juan Bautista Menten

José Epping

Cristiano Boetzkes

Cristiano Boetzkes

Juan Bautista Menten

Título

Tablas para determinar los minerales

Tratado de aritmética general y álgebra

Química experimental inorgánica

Tablas para determinar los minerales (segunda edición)

Tratado de Geometría Elemental

Tratado de trigonometría plana y esférica

Tablas logarítmicas y trigonométricas de a 5 decimales

Tratado de Geometría Elemental (segunda parte)

Tratado de zoología general

Tratado de zoología especial

Tratado de geodesia

Durante la corta vida de la Politécnica, también se hicieron tres publicaciones relacionadas con el afán de profundizar el conocimiento del espacio nacional y de conquistar el territorio desconocido de la República del Ecuador. Es el caso de los informes de Teodoro Wolf sobre su viaje a Manabí, sobre su viaje a la Provincia del Guayas y el Plano de Quito de Menten. Luego del cierre de la Politécnica tanto Menten, pero sobre todo Wolf, hicieron enormes aportes al conocimiento de la geografía del Ecuador[xxiv].

Jesuitas españoles y jesuitas alemanes

¿Cómo se llegó a la provincia alemana de la Compañía en busca de profesores para la Escuela?[xxv]. Como vimos en la sección anterior, en ninguna de las cartas iniciales de García Moreno se especificó la nacionalidad que debían tener los profesores. De hecho, fue decisión del padre Beckx acudir a la provincia alemana, la cual había comenzado a formar valiosos profesionales en distintas ramas de las ciencias por iniciativa de Anton Anderledy (1819-1892), el Provincial de la Compañía en Alemania. En 1862, Anderledy convenció a Beckx de mandar a jóvenes talentosos para estudiar en la Universidad de Bonn con el fin de recibir una formación completa en ciencias y poder combatir las preocupantes ideas propuestas por Charles Darwin sobre la evolución de las especies[xxvi]. Teodoro Wolf (Bonn, 1862-1863), Juan Bautista Menten (Bonn, 1862) y Luis Dressel fueron algunos de los primeros estudiantes.

En Diciembre de 1869, Beckx se dirigió al P. Faller, Provincial de Alemania[xxvii] para contarle sobre la propuesta ecuatoriana. Su carta resaltó las condiciones favorables que se presentaban en el Ecuador para los miembros de la Compañía. Beckx afirmó que la “Compañía es muy amada y protegida por el presidente de la República y todo el Episcopado” y que los padres “que se encuentran en los colegios y seminarios no solo ejercen sus ministerios con libertad completa para la Compañía, sino que siempre son pedidos en número mayor por el Excmo. Presidente”. Luego Beckx solicitó a Faller que “venga a su socorro” ya que no tiene a la mano sujetos de la calidad requerida por el proyecto del Ecuador. El General pidió al Provincial de Alemania que le ceda “uno o varios bien versados en estudios matemáticos y físicos”. Concluyó la carta diciendo que “en gran manera (desea) que se pueda satisfacer a los justos anhelos y a las peticiones de los próceres de esta República”. En Abril de 1870 escribió nuevamente a Faller[xxviii] “sobre los asuntos de la Misión Ecuatoriana”. Cuenta que “con gran caridad” Faller acogió sus ruegos y que ya ha hablado con el P. Menten quien aceptó “con ánimo y gustoso esta misión y parece puede ser útil para la astronomía siempre que su salud no sea un obstáculo”. Sin embargo, Beckx siguió buscando jesuitas-científicos para las ramas de las ciencias naturales y las matemáticas. Menciona al P. Sodiro de la Provincia de Venecia quien aceptó gustoso esta Misión y tiene la autorización de su P. Provincial. En esta carta Beckx habla de las limitaciones de Sodiro: “si tiene versación en determinado ramo de las ciencias naturales, el mismo asevera, que no la tiene en todas, al menos en el grado necesario para enseñarlas”. Sodiro informó a Beckx que en la Provincia Alemana “existen algunos muy versados en las ciencias”. Beckx cita por nombre a los estudiantes referidos por Sodiro: “si no me equivoco citó a los estudiantes (terminaban sus estudios teológicos y habían ya realizado carrera científica) Dressel y Wolf”. Sodiro los habría alabado mucho y habría expresado su deseo de que fueran al Ecuador para “poder conferir con ellos y aprovecharse de su ayuda”. En Marzo de 1870, Beckx se dirige nuevamente al padre Faller para decirle que “merecen alabanza su celo y su voluntad dispuesta a ayudar a estas misiones”. En esta carta menciona algunos profesores más que quisiera sean enviados a la Misión Quiteña: “el H. Dressel aparece totalmente apto para enseñar química y geología; también el P. Epping tiene ciencia suficiente para enseñar matemáticas y el P. Müllendorf para disciplinas mecánicas”. Y unos días más tarde escribió: “Juzgo que el P. Kolberg debe ir”.

Desde un inicio, la provincia española mostró una insuficiencia de personal capacitado para el proyecto educativo de García Moreno. Esta deficiencia se hizo notoria en los colegios nacionales manejados por la Compañía en el Ecuador desde la década de los sesentas. Esto se ejemplifica con la aclaración del presidente, quien nunca estuvo contento con las escuelas que manejaron los jesuitas, pues en 1874 escribe a Beckx que si su hijo tuviera trece años en lugar de cuatro, no asistiría a esos colegios para perder el tiempo. El padre Beckx estaba al tanto de las “muchas quejas” que se habían suscitado al respecto de que España no enviaba hombres capaces y había ordenado “seriamente”, según Menten[xxix], que se formen jóvenes españoles en ciencia. El padre Terenizani (1872), por ejemplo, en la carta que dirige a Beckx en Abril de 1872, emite dudas sobre la formación y la capacidad intelectual de los jesuitas españoles: “quiero abrir completamente mi corazón a Vuestra Paternidad: tengo algunas sospechas sobre la debilidad hasta en la formación de los nuestros en las Provincias Españolas”. Sin embargo, era claro para Beckx que el proyecto de García Moreno representaba mucho peso para la provincia de Castilla[xxx] que se “veía obligada (…) a formar sujetos en disciplinas que sólo pueden servir para una institución”, es decir, para la Escuela Politécnica de Quito. Beckx, en contra de la posición más ambiciosa de García Moreno, proponía reducir la Escuela Politécnica a “líneas más sencillas”.

La visión de García Moreno era distinta: los jesuitas alemanes eran los sujetos idóneos para su proyecto de la Escuela Politécnica, los calificaba como “hombres realmente sabios"[xxxi]. Pero necesitaba que los jóvenes estudiantes graduados de los colegios jesuitas tuvieran el nivel adecuado para ingresar a la Politécnica. Escribió a Beckx que era necesario poner la enseñanza de los colegios en relación con la enseñanza superior, pero que esta tarea había sido imposible[xxxii]. García Moreno se preguntaba por qué le enviaban de España sujetos poco o nada capaces. No sabía si era porque España no tenía personal o porque prefería guardar en su tierra a los más útiles. De todas maneras, García Moreno comentó a Beckx que no sería difícil que los profesores españoles adquirieran en la Politécnica la ciencia necesaria para dar sus cursos, si el Padre Visitador Delgado lo permitiera. Pero tristemente, García Moreno consideró que existía una escisión profunda entre los superiores de la misión ecuatoriana y los padres alemanes.

La organización administrativa de la Orden dejó las misiones de América Latina bajo el mando de los Superiores de España. Para el presidente del Ecuador esta decisión administrativa ponía en jaque todo su proyecto educativo puesto que los jesuitas españoles no tenían ni el interés ni la preparación intelectual para dirigir el desarrollo científico de su país. Ya en 1869, antes de la llegada de los politécnicos, García Moreno advirtió a Beckx que “el provincial residente en España no puede atender a las necesidades de este país, ni manifiesta interés alguno por el porvenir del catolicismo en América”. Para “el bien del Estado i de la Iglesia” García Moreno sugirió que se debería “erigir en provincia esta parte de la Misión Colombiana”. En carta de 1870, García Moreno (1870) dice que no insiste “en que se [erija] una nueva provincia” haciendo referencia a una contestación de Beckx. Sin embargo, sugiere que “la misión del Ecuador puede hacer mayores servicios, si se destinan a ella los sujetos que la guerra i revolución que marcha tras (Europa), dejen por allá sin asilo ni ocupación”. Cuatro años más tarde, en 1874, el presidente escribió un último reclamo a Beckx donde pidió que la misión ecuatoriana sea reasignada ya sea a Francia, Alemania, Inglaterra o que tuviera una administración local e independiente:

Los jesuitas en Quito

1862-1912

Fuente: Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit

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xxxii. García Moreno, 1874ª.

xxxi. García Moreno, 1874ª.

xxx. Miranda, 1972: 205.

xxix. 1875c, citado en Miranda 1972: 206.

xxviii. Beckx, 1870b, citado en Miranda, 1975: 60.

xxvii. Beckx, 1869; citado en Miranda, 1975: 59-60.

xxvi. Wolf, 1909 – 1910; Schade, 1925; Cuvi, Sevilla, Sevilla, & Piñas, 2014; Cuvi, Sevilla, & Sevilla, 2015; Sevilla & Sevilla, 2015.

xxv. Miranda, 1972: 205.

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Muy Reverendo Anton Maria Anderledy, S.J.

xxiv. Sevilla, 2013ª.

“Je crois que tout rémède est inutile tandis que cette Mission dépendra de n´importe quelle province d´Espagne. S´il n´est pas encore convenable de l´organiser en province nouvelle, il sera plus facile de l´agréger à une autre province française, anglaise ou allemande, ou de la faire dépendre directement de nous, en la détachant à jamais des Espagnols, ce qui [vaudrait] cent fois mieux”[xxxii]

xxxiii. García Moreno, 1874ª.

xxxiv. González, 1872, citado en Miranda, 1972: 211.

El Padre Visitador San Román (1875) entregó una evaluación sobre la situación de tensión que se vivía en Quito en una carta enviada a Roma en marzo de 1875. Su carta evidencia un choque absoluto de paradigmas que, en su opinión desesperada, solo podía superarse por "algún tipo de revolución". Para él, la preferencia completa del presidente por los jesuitas alemanes, que parecen ser los únicos que estaban a la altura de sus expectativas, estaba creando una situación insoportable.

En una carta escrita por el Provincial de Castilla González Cumplido[xxxiv] al padre Delgado, en Febrero de 1872, se puede apreciar la posición de los jesuitas españoles frente al proyecto de la Politécnica. González dice: “pensar que Castilla se despojará de los pocos buenos sujetos que tiene, con la seguridad que no bastarán para los vastos planes que tienen en Quito, es una quimera”. Y concluye su carta: “¡Politécnicas, Universidades y todo lo que cabe en el magín de un Jefe de Estado, ebrio de lo que llaman entusiasmo por la ciencia! ¿Son grano de anís para que pueda comprometerse a sostenerlo una Provincia dispersa, que con mil trabajos va formando sus medianías?”.

Juan N. Lobo, el siguiente provincial de Castilla escribe al padre Delgado en diciembre de 1872, a propósito de la propuesta de García Moreno de entregar la Misión Ecuatoriana a Alemania. Lobo dice que “no se atreve a secundar la idea (…) sobre entregar esa misión a los PP. Alemanes”. Lobo se pregunta “quién sabe si de aquí nos arrojarán absolutamente? ¿a dónde volvernos si nos cerramos nosotros mismos las puertas?”. Y luego insiste sobre el mismo tema en carta de Julio de 1873 [xxxv]:

“ni por asomos se me ocurre ceder esa Misión a nadie, ni alemanes ni italianos, ni cosa semejante. A nadie conviene como a españoles, y a nuestra Provincia en gran manera. Si las cosas de España no se arreglan, ¿qué salida nos queda para nuestras vocaciones sino América?”.

Bajo el mando del padre Lobo, la provincia de Castilla sí hizo esfuerzos para responder a las disposiciones del padre General. En respuesta a los reclamos de Beckx, y después de conocida la muerte de García Moreno, Lobo advirtió que en España “no solo no desdeñamos las ciencias naturales, sino las cultivamos en la medida de lo posible”. Informó a Beckx que tiene “ya algunos jóvenes escolares cultivados en estas ciencias: a todos los de mayor ingenio se les explican las matemáticas superiores, y de entre ellos se escoge a los más dotados por dones de naturaleza y gracia para que obtengan sus títulos académicos”. Afirmó que “no pocos han recibido ya estos grados de bachillerato y doctorado en las Universidades de España y están actualmente dedicados al estudio de la Teología”. Lobo ofreció a Beckx que, si después de algunos años, la Escuela Politécnica subsistía en manos de la Compañía, se podrían dedicar a ella los Padres Españoles en reemplazo de los Padres Alemanes.

El P. Enrique Terenziani (1872) dio también una apreciación de la situación que se vivía en el Ecuador. Dijo que deducía dos consecuencias al analizar “las dos caras de la medalla”. Por un lado, describió que la Provincia de España “ha tenido a esta Misión en el concepto común de una misión en general, y por tanto la ha mirado como no equiparable a las regiones de Europa, y por lo tanto ha creído que se puede responder a la Mayor Gloria de Dios con enviar a ella a cualquier clase de sujetos”. Y, por el otro lado, Terenziani consideró que “la Compañía ha tenido que emprender en la Misión Ecuatoriana todos aquellos ministerios que suelen emprenderse en las regiones más cultas de Europa”.

xxxv. González, 1872, citado en Miranda, 1972: 211.

xxxiv. González, 1872, citado en Miranda, 1972: 211.

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Profesores del Instituto de Ciencias, graduados de la Escuela Politécnica, junto con el profesor Luis Sodiro. Arriba, de izquierda a derecha: Manuel Vaca, Lino María Flor, Guillermo Wickman, Alejandrino Velasco, Manuel Cabeza de Vaca, Antonio Sánchez, y José María Vivar. Abajo, de izquierda a derecha: Manuel Herrera, José María Troya, Luis Sodiro y Miguel Abelardo Egas.

Fuente: Archivo Fotográfico del Ministerio de Cultura del Ecuador, Quito.

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Dos profesores y dos asistentes de la Escuela Politécnica antes de viajar al Ecuador. En el reverso de la fotografía consta la siguiente información: “Esta fotografía (…) fue tomada en Bremen, en 1871, el día que se embarcaron para venirse al Ecuador. De izquierda a derecha. El Preparador Violent-P. Emilio Müllendorff.- Nuestro Cónsul en Bremen 2.- Luis Dressel.- El Preparador Carlos Honstteter”.

Fuente: Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, Quito.

¿Una obra desproporcionada?

De la correspondencia que hemos analizado se puede entender cómo la Escuela Politécnica de Quito exigió a las provincias jesuíticas sacrificios muy grandes que fueron difíciles de llevar a cabo. La Provincia de Castilla se vio en aprietos para satisfacer las expectativas educativas del gobierno del Ecuador. Esta situación probablemente produjo su actitud de resistencia y oposición. La misma Compañía tuvo dificultades con el proyecto de la Politécnica. De hecho, en el curso de su desplazamiento de Europa a América, el rol que cumplirían los tres jesuitas originales sufrió una transformación. Partieron de Europa bajo el auspicio de Beckx para formar parte de una facultad de ciencias, pero llegaron a América bajo el amparo de García Moreno para fundar una Escuela Politécnica. La diferencia entre los dos proyectos fue sustancial y se convertiría en fuente de enormes obstáculos en el curso de los siguientes años. De ahí que en 1875, Beckx[xxxvi] escriba una enfurecida carta donde se preguntaba ¿“por disposición de quién, con qué autoridad, por persuasión de quién”? se estableció una Escuela Politécnica regentada por jesuitas.  En carta de Julio de 1876 dirigida a San Román, Beckx dice que “la Compañía nunca ha tenido a su cargo una Escuela Politécnica, tal como hoy se entiende, ni la tiene ahora en ninguna parte del mundo”.

xxxvi. 1875c, citado en Miranda, 1972: 203.

El padre Dressel clarificó la diferencia entre una facultad de ciencias y una escuela politécnica. Una facultad de ciencias es un establecimiento donde se enseñan “las ciencias naturales, como se suele hacer en las universidades, y en general lo que conviene a los médicos y farmaceutas”. Una escuela politécnica, por otro lado, “tiene el cargo de formar ingenieros, arquitectos, mecánicos, técnicos químicos”. Estas son las ramas o profesiones que le interesaban a García Moreno dentro de su proyecto de construcción nacional. Como afirmó Dressel, para que los estudiantes “se puedan ejercer después independientemente” necesitaban “muchísimos conocimientos positivos, teóricos y prácticos” que una escuela politécnica debía ser capaz de brindar. De no ser así, los alumnos saldrían “incapaces para el ejercicio de su profesión”. Dressel[xxxvii] advirtió que sobre el tema del manejo de una politécnica “falta experiencia” en la Compañía: “Hasta el día de hoy la Compañía no ha dirigido ningún establecimiento del carácter de una politécnica: ni creo ha tenido ocasión de enseñar todo lo junto, que suele hoy comprenderse bajo la expresión de “ciencias naturales” en una universidad (…) la mayor parte de los Padres de la Compañía no pueden comprender, que haya necesidad de tanto aparato para un politécnico, para la enseñanza de la ciencias naturales”. Es muy distinto, subrayó Dressel, cuando se trata de un colegio y seminario “de instrucción universal”, “pero para un Politécnico y facultad de ciencias universitarias verdadera se pide aún más hoy día, de lo que tenemos en Quito”. Dressel había visto varios politécnicos en Alemania y, al igual que los demás profesores alemanes, había hecho sus estudios naturalistas en una Universidad. Desde este punto de autoridad, Dressel consideró que “se reirían” en Alemania viendo la politécnica y la facultad de ciencias de Quito. Dressel hace este comentario para rebatir opiniones como la que hemos mencionado del P. Terenziani de “que en Quito queremos poner cosa igual como en Europa”. “Ciertamente no”, exclamó Dressel, “eso sería una locura”.

Beckx, por su parte, consideró que se habían “comenzado demasiadas cosas” en Quito, “más de lo que pueden sostener nuestros hombros y que es clara la necesidad de reducir el número de clases y circunscribirse a aquellas que son de mayor utilidad”. El Padre General también fue enfático en su correspondencia sobre el hecho de que nunca se pidió a la Compañía que se encargue de una escuela politécnica: “no hubo palabra alguna, aún más, ni siquiera se pensó”. Admitió entonces que “no fue pequeña la admiración cuando llegó la noticia de que la Escuela Politécnica había comenzado”. Beckx[xxxviii] justificó las dificultades de la Compañía en enviar personal para Quito en el hecho de que al comienzo nunca se supo “lo que se iba a enseñar, y, por lo mismo, mal [se podían haber] comprometido a regentar las diversas cátedras”. Beckx mencionó que en Francia y en Inglaterra, “donde se cultivan semejantes disciplinas” la Compañía de Jesús tiene “escuelas preparatorias a la Escuela Politécnica, escuelas que, por cierto, apenas hace pocos años fueron establecidas”. Habla de la escuela de París, el liceo Sainte Geneviève, fundado en 1854 por los jesuitas, como escuela preparatoria y en la cual los Padres jesuitas “buscaron al comienzo algunos profesores externos; y, poco a poco, formaron sus propios profesores”. En Bélgica se erigió un instituto similar donde los jesuitas “solo tienen la dirección; los profesores todos son seglares”. El P. Menten fue un entusiasta defensor de la Escuela Politécnica de Quito. La calificó como el “grande ensayo de la Compañía” y argumentó ante el P. Beckx que el Ecuador ofrecía un lugar privilegiado para las ciencias. Ante este argumento Beckx contestó que “no se trata de la oportunidad del lugar; se pregunta si tenemos hombres aptos para la empresa” y concluyó que la Compañía de Jesús no “acostumbra formar este profesorado” y que “todas las provincias se quejan de la penuria de sujetos aptos”.

¿Cómo se instituyó entonces la Escuela Politécnica de Quito “regentada” por los Padres de la Compañía de Jesús?

Menten[xxxix] fue terminante al respecto en la carta en la que pidió la separación de la Compañía: “se estableció la Escuela Politécnica por orden del Gobierno y con permiso de los Superiores, lo que puedo probar, aunque después el P. Visitador (Agustín Delgado) haya querido negarlo”. Miranda[xl] califica este episodio como la “falla inicial”: la Escuela Politécnica nunca tuvo una clara planificación previa y los compromisos de las partes no fueron explícitos. 

A pesar de que la trayectoria de esta institución científica fue corta, se inauguró en 1870 y cerró sus puertas poco tiempo después del asesinato de García Moreno en 1875, su huella en la cultura científica del Ecuador fue muy importante. Varios profesores continuaron comprometidos con proyectos estatales durante el último cuarto del siglo XIX e inicios del siglo XX. Es el caso del geólogo Teodoro Wolf y del astrónomo Juan Bautista Menten.

xl. 1972: 202.

xxxix. 1875c, citado en Miranda, 1972: 206.

Lee más acerca de:

xxxviii. 1876b, citado en Miranda, 1972: 180.

xxxvii. 1875b, citado en Miranda, 1972: 190-192.

Cuerpo del presidente Gabriel García Moreno después de su asesinato el 6 de Agosto de 1875

Fuente. Archivo de la Subsecretaría de Cultura, Quito.

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Teodoro Wolf

"Un científico por excelencia"

Juan Bautista Menten

“El hombre de la Politécnica”

Conclusión

La inauguración de la Escuela Politécnica de Quito marcó el inicio de una nueva forma de legitimación del poder de la ciencia en el Ecuador[xli]. Antes de la Politécnica, la ciencia se realizaba por intereses europeos, y en pocos casos, por intereses particulares de la élite ecuatoriana. Así, toda contribución al conocimiento del suelo ecuatoriano y sus producciones, se publicaban en Europa. A partir de la creación de la Escuela Politécnica de Quito se dio un vuelco en la forma de hacer ciencia sobre el Ecuador, puesto que desde ese momento el Estado financió estudios y publicaciones y contrató ingenieros locales para obras públicas. La Universidad Central de Quito, con dificultades, continuaría con esta empresa publicando los Anales desde 1883. 

La Escuela Politécnica materializaría el proyecto del presidente García Moreno de un nuevo orden social e intelectual en el país. Menten describió este orden humanista y científico en su boletín del Observatorio Astronómico de Quito donde habló de la ciencia como un don divino. Para Menten, a medida que la ciencia progresaba y se desarrollaba, así el hombre y la sociedad en general hacían lo mismo: “hay verdadera grandeza y nobleza del hombre y de la sociedad donde ha habido y hay verdadera ciencia”.

Sin embargo, existió una fuerte tendencia de resistencia a la presencia de los extranjeros y a su disciplina científica. García Moreno fue asesinado en 1875 y la Escuela Politécnica cerró sus puertas un año después. A pesar de la creciente oposición a los métodos tiránicos del gobierno de García Moreno, las dificultades internas de la Compañía de Jesús, varios otros elementos tuvieron gran peso en la decisión del repliegue de los politécnicos jesuitas. En efecto, la estructura social y económica ecuatoriana de finales del siglo XIX no tenía las condiciones necesarias para incentivar la práctica científica y su aplicación industrial. Con relación a esto, Wolf describió a la sociedad ecuatoriana de esos años de la siguiente manera:

xli. Fitzell, 1994: 317.

“Los ecuatorianos son más adictos a las bellas letras que a los estudios serios; la República ha producido algunos poetas y literatos notables, pero ningún físico, químico, geógrafo, naturalista, en fin, ninguno que sobresalga en las ciencias exactas, que necesitan largos estudios y mucha paciencia. Por la misma razón de trabajar más con la fantasía y el corazón, que con el entendimiento y la cabeza, son muy aficionados a la música y a la pintura y escultura, y para estas artes manifiestan mucho talento” [xlii]

xlii. Wolf, 1975:591.

Wolf vivió por más de veinte años en el Ecuador (1870-1891), y seguramente conoció este país con mucha más profundidad que cualquier otro personaje de su época. Esta larga permanencia “entre poetas” frustró a cada paso el metódico científico, pues nunca encontró interlocutores que compartieran su afición por el razonamiento lógico y la exactitud matemática[xliii]. La clase dominante quiteña no consideró a la Escuela Politécnica acorde a sus intereses. Kolberg[xliv] describió como la élite social rechazaba cualquier forma de trabajo manual, además de que los estudiantes no salían preparados para el estudio de la ciencia desde los colegios. Quizás el problema más grande que identificó Kolberg fue que, al no existir una verdadera industria en el país, el objetivo final del estudio científico nunca fue claro para los estudiantes. Epping[xlv], por su parte, escribió que algunas personas de influencia consideraron que la Escuela Politécnica no calzaba con el carácter local, y que esta opinión era bastante común:

xlii. Sevilla, 2013a: 75.

xlii. 1996.

xlv. 1875, citado en Miranda, 1972: 197.

“Opinan muchos por cierto y gente dotada de mucho influjo en este campo, que nuestro instituto no es apto para las condiciones de esta tierra. Ciertamente que yo no apruebo en forma absoluta y simple esta opinión, pero es opinión casi común y, por consiguiente, constituye una razón grave”.

En noviembre de 1875 hubo demonstraciones públicas en Guayaquil en contra de los jesuitas extranjeros. Un mes más tarde, las demonstraciones se repitieron en Quito, esta vez en contra de todas las comunidades religiosas extranjeras. Boulard, el encargado de negocios francés, comentó que la opinión pública se había tornado en contra de todas las comunidades religiosas introducidas por García Moreno que consistían de más de quinientos monjes franceses, alemanes, italianos y españoles distribuidos en alrededor de cincuenta establecimientos [xlvi].

Sin embargo, fueron las tensiones internas dentro de la Compañía de Jesús las que contribuyeron definitivamente al cierre de la Politécnica. Tal como muestran los casos de las salidas de Wolf y Menten de la orden, para dedicarse al trabajo científico para el gobierno ecuatoriano, la creciente tensión entre los jesuitas alemanes y los jesuitas españoles propició un ambiente conflictivo. Según Miranda[xlvii], los jesuitas españoles estuvieron a favor del cierre de la Escuela Politécnica porque eso obligaría a los padres alemanes a abandonar el Ecuador. Existió también una resistencia desde Roma a la Escuela Politécnica quién exigía cada vez más profesores capacitados. 

Los discípulos graduados en la Escuela Politécnica continuaron trabajando para establecer las ciencias y las ingenierías en el Ecuador: tanto como profesores de la Universidad, de varios colegios a nivel nacional y como ingenieros del Estado en la construcción de obras públicas como caminos y puentes. 

xlvi. Fitzell, 1994: 321.

xlvii. 1972: ix.

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Introducción

Aventuras con la intangibilidad:

El alemán y el ecuador magnético

Alphons Stübel y

Juan León Mera

Deshojando flores frente a los volcanes andinos:

El impacto de la expedición de Stübel en el Ecuador

Luis H. Salgado y Arnold Shönberg

Salgado o los márgenes inclasificables de una creación original 

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